viernes, 1 de diciembre de 2017

JUECES. CAPÍTULO 8.

81Pero los efraimitas se le quejaron:
-¿Qué es lo que has hecho no llamándonos cuando salías a luchar contra Madián?
2Y se lo reprochaban duramente. Él les respondió:
-¿Qué supone mi hazaña comparada con la vuestra? Vale más el rebusco de Efraín que toda la vendimia de Abiezer. 3A vosotros os ha entregado el Señor los jefes de Madián, Oreb y Zeeb. ¿Qué he podido yo hacer al lado de esto?
Con esta respuesta se calmó la cólera de los efraimitas contra Gedeón.
4Gedeón llegó al Jordán y lo cruzó con sus trescientos hombres, agotados y hambrientos. 5Y dijo a los vecinos de Sucot*:
-Haced el favor de darme unas cuantas hogazas de pan para la tropa que marcha conmigo, porque vienen agotados, y van persiguiendo a Zébaj y a Salmuná, reyes madianitas.
6Las autoridades de Sucot le respondieron:
-¿Qué, tienes ya en el puño a Zébaj y a Salmuná para que demos de comer a tus soldados?
7Gedeón contestó:
-Cuando el Señor me entregue a Zébaj y a Salmuná cautivos, os trillaré las carnes con espinas y cardos del páramo.
8Desde alllí subió a Penuel, y les pidió el mismo favor, pero los de Penuel le respondieron lo mismo que los de Sucot. 9Y también contestó a los de Penuel:
-Cuando vuelva victorioso, derribaré esa torre.
10Zébaj y Salmuná estaban en Carcor con sus tropas, unos quince mil hombres. Era todo lo que quedaba de los soldados armados de espada de los orientales, pues las bajas habían sido ciento veinte mil.
11Gedeón subió por la ruta de los beduinos, al este de Nóbaj y Yogbohá, y atacó al enemigo cuando menos lo esperaban, 12Zébaj y Salmuná lograron huir, pero Gedeón los persiguió y capturó a los dos reyes madianitas, Zébaj y Salmuná. El resto del ejército huyó a la desbandada.
13Gedeón, hijo de Joás, volvió de la batalla por la Male de Jeres*, . 14Echó mano a un muchacho de Sucot, lo sometió a interrogatorio y el muchacho le dio una lista de autoridades y concejales de 15Sucot, setenta y siete personas. Entonces Gedeón fue a los vecinos de Sucot y dijo:
-Aquí tenéis a Zébaj y a Salmuná, por los que os burlasteis de mí, diciendo: <<¿Qué, ya tienes en el puño a Zébaj y a Salmuná para que demos de comer a tus soldados, que vienen agotados?>>
16Agarró a los concejales de la ciudad y los desolló con espinas y cardos del páramo. 17Derribó también la torre de Penuel y pasó a cuchillo a la población. 18Luego preguntó a Zébaj y a Salmuná:
-¿Cómo eran los hombres que matasteis en el Tabor?
Respondieron:
-Parecidos a ti. Tenían aspecto de príncipes.
19Gedeón exclamó:
-¡Mis hermanos maternos! ¡Vive Dios, que si los hubierais dejado vivos, yo no os mataría ahora!
20Y ordenó a Yeter, su primogénito:
-Anda, mátalos.
Pero el muchacho no desenvainó la espada, porque tenía miedo; era todavía un muchacho.
21Entonces Zébaj y Salmuná le pidieron:
-Anda, mátanos tú, que tú eres un valiente.
Gedeón fue y degolló a Zébaj y a Salmuná. Luego recogió las lunetas de sus camellos.
22Los israelitas dijeron a Gedeón:
-Tú serás nuestro jefe, y después tu hijo y tu nieto, porque nos has salvado de los madianitas.
23Gedeón les respondió:
-Ni yo ni mi hijo seremos vuestro jefe. Vuestro jefe será el Señor.
24Y añadió:
-Os voy a pedir una cosa: dadme cada uno un anillo de vuestra porción del botín (los vencidos llevaban anillos de oro porque eran ismaelitas).
25Contestaron:
-Con mucho gusto.
El extendió su manto, y cada uno fue echando un anillo de su porción en el botín. 26El peso de los anillos de oro que pidió Gedeón fue diecinueve kilos de oro, sin contar las lunetas, pendientes y los vestidos de púrpura que llevaban los reyes madianitas, más los collares de los camellos. 27Con todo ello hizo Gedeón un efod, que colocó en la ciudad de Ofrá. Con él se prostituyó todo Israel: fue la tentación de Gedeón y su familia.
28Mdián quedó sometido a los israelitas y ya no levantó cabeza. Con eso el país estuvo en paz cuarenta años, mientras vivió Gedeón.
29Yerubaal, hijo de Josás, se fue a vivir a su casa. 30Gedeón tuvo setenta hijos, pues tenía muchas mujeres. 31Una concubina que tenía en Siquén también le dio un hijo, al que puso de nombre Abimelec.
32Gedeón, hijo de Joás, murió en buena vejez, y lo enterraron en la sepultura de su padre, Joás, en Ofrá, de Abiezer. 33Pero en cuanto murió, otra vez los israelitas se prostituyeron con los ídolos, eligiendo como dios suyo a Baal del Pacto, 34sin acordarse del Señor, su Dios, que los había liberado del poder de todos los enemigos de alrededor. 35Y no se mostraron agradecidos a la familia de Yerubaal-Gedeón, como merecía por todo lo que hizo por Israel.
 

Explicación.

8,1 La reclamación de los efraimitas puede estar dictada por la codicia y no sólo por la honra, pues una victoria como aquella permitía un sustancioso botín.
8,2-3 Gedeón parece adaptar un proverbio, o forma proverbial, oponiendo a la tribu de Efraín el clan de Abiezer. La frase se presta a juegos de palabras, dadas las semejanzas fonéticas de rebusco-hazañas-chiquillos (´olelota-lilot-ólalim) de vendimia-fortaleza (bas\r-basor).

8,4-12 Podría tratarse de otra campaña de Gedeón en Transjordania, con un ejército mayor. El narrador quiere presentarlo como un explotar la victoria conseguida persiguiendo al enemigo en su territorio. El camino es largo y exige el paso del torrente Yaboc, junto a Penuel; Carcor podría estar cerca de la moderna Amán; es lógico que los beduinos de camellos no teman a esa distancia una incursión de los israelitas. La gente de Sukkot (=Cabañas) y de Penuel pertenecía a la tribu de Gad. Su respuesta significa desentenderse de la causa común de Israel. Se diría que ellos no tienen que sufrir el pillaje de los beduinos.

8,5 Los nombres de los dos jefes resuenan a "Matanza" y "Refugio negado", lo que hace pensar en una deformación burlesca de nombres originales; el segundo podría ser teofórico, compuesto por "refugio" y el nombre de su dios (hay un Mení, dios de la fortuna). * = Cabañas. 1 Sm 21,4.

8,7 El hebreo describe el suplicio del desollar con el verbo "trillar", que puede ser una metáfora (cfr. Sal 129,3).

8,13 * = Cuesta del Sol.

8,14 El texto indica un conocimiento notable del arte de escribir en aquella época. Quizá sean siete jefes y setenta ancianos o concejales.

8,18-21 Este es un caso de venganza de sangre, que era ejercicio de la justicia vindicativa en aquellos tiempos. Es ley aceptada por tribus y pueblos diversos, y codificada en Nm 35 y Dt 19. Gedeón, el hermano, cede el oficio a Yeter, el sobrino, como para entrenarlo: ha de ser uno de la familia quien ejecute la venganza. Los jefes enemigos prefieren morir a manos de Gedeón; será menos deshonra ser muertos por un valiente: véanse los casos de Abimelec (9,54) y de Saúl (1 Sm 31,4).

8,20 Nm 35,19.

8,22-23 La primera parte del desenlace nos revela algo de los antiguos intentos de institucionalizar el mando, al estilo de otros países. Que el vencedor en la guerra se convierta en "juez" de tribu o de la confederación es cosa normal; aquí tenemos dos innovaciones. Primera, el cargo no es juzgar, sino gobernar; parece implicar mayor poder, aunque se evite el título de rey. Segundo, el cargo es hereditario, como se viene haciendo en el sacerdocio. Es de notar que los jueces menores no instalan a sus hijos en el cargo, sino que éste va girando por tribus y localidades (tampoco lo hicieron Moisés o Josué). Si el sujeto "los israelitas" es original, la propuesta introduce un cambio grave en la confederación, favoreciendo a la tribu de Manasés. Gedeón apela al principio teocrático y rehúsa categóricamente, en una frase enfática. El título se aplica al Señor: Sal 59, 14 (Jacob); 22,29 (las naciones); 2 Cr 29,12 (los reyes).

8,24-27 Segunda parte del desenlace. Gedeón, en cambio, no renuncia a un parte escogida del botín, como si quisiera retirarse a gozar del premio de su victoria. El efod aparece en el Antiguo Testamento como un objeto de culto transportable y como un ornamento del sacerdote. Según la teoría más probable hoy, sería un manto cónico (como los de nuestras vírgenes) ricamente adornado; con él se vestía la estatua de la divinidad o bien se exponía sólo como símbolo de su presencia; a imitación suya se hacía un ornamento para el sacerdote (Ex 28,6-14). Según el juicio del narrador, ese efod es un objeto idolátrico que extravía a "todo Israel"; eso supondría que el santuario local de Ofrá se vuelve centro de atracción. La noticia parece posterior; sería antigua referencia a la familia.

8,28 La fórmula típica del marco narrativo sirve de conclusión a la historia de Gedeón liberador. Gedeón no recibe el título de juez, como Otoniel, Jefté y Sansón. La memoria de su hazaña pervive también en la fórmula "el día de Madián" (Is 9,3); lo recordará la carta a los Hebreos 11,32.

8,29-34 Estos versos preparan el capítulo siguiente. Gedeón, como gran señor, tiene varias mujeres legítimas, que le dan hijos pertenecientes a su familia y clan; también tiene una concubina siquemita, que le da un hijo perteneciente al clan de la madre. El nombre Abimelec es teofórico, invoca a su Dios como padre y rey. Siendo el padre quien impone el nombre, ese hijo parece encarnar la negativa de Gedeón a aceptar el manto hereditario, y es una confesión teocrática.

8,32 Heb 11,32.

8,33 La fórmula genérica de 2,19 se especifica con el nombre o título de la divinidad. En rigor Baal del Pacto podía ser un título de Yhwh, unido como soberano a su pueblo con un pacto. El capítulo siguiente nos saca de dudas: se trata de un dios cananeo venerado en Siquén; pero no sabemos a qué pacto se refiere. ¿Un pacto de convivencia con los israelitas?, ¿un pacto con la misma divinidad?, ¿simplemente el dios que garantiza los pactos humanos?

8,34 El narrador juzga duramente el hecho, que equivale a olvidarse del Señor su Dios y su liberador. Es decir, más bien apostasía que sincretismo.

8,35 Esta otra introducción confunde un poco los sucesos siguientes, al hacer a los israelitas culpables de deslealtad, sin distinciones. Es mucho generalizar.

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