viernes, 1 de diciembre de 2017

JUECES. CAPÍTULO 4.

Débora* y Barac
41Después que murió Ehud, los israelitas volvieron a hacer lo que el Señor reprueba, 2y el Señor los vendió a Yabín, rey cananeo que reinaba en Jasor; el general de su ejército era Sísara, con residencia en Jaróset Haagoyim*.
3Los isrealitas gritaron al Señor, porque Sísara tenía novecientos carros de hierro y llevaba veinte años tiranizándolos.
4Débora, profetisa, casada con Lapidot, gobernaba por entonces a Israel. 5Tenía su tribunal bajo la Palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la serranía de Efraín, y los israelitas acudían a ella para que decidiera sus asuntos.
6Débora mandó llamar a Barac*, hijo de Abinoán, de Cades de Neftalí, y le dijo:
-Por orden del Señor, Dios de Israel, ve a alistar gente y reúne en el Tabor diez mil hombres de Neftalí y Zabulón; 7que a Sísara, general del ejército de Yabín, yo te lo llevaré junto al torrente Quisón, con sus carros y sus tropas, y te lo entregaré.
8Barac replicó:
-Si vienes conmigo, voy; si no vienes conmigo, no voy.
9Débora contestó:
-Bien, iré contigo. Ahora que no será tuya la gloria de esta campaña que vas a emprender, porque a Sísara lo pondrá el Señor en manos de una mujer.
Luego se puso en camino para reunirse con Barac, en Cades. 10Barac movilizó en Cades a Zabulón y Neftalí; diez mil hombres lo siguieron, y también Débora subió con él.
11 (Jéber, el quenita, se había separado de su tribu, de los descendientes de Jobab, suegro de Moisé, y había acampado junto a la Encina de Sananín, cerca de Cades).
12En cuanto avisaron a Sísara que Barac, hijo de Abinoán, había subido al Tabor, movilizó sus carros 13-novecientos carros de hierro- y toda su infantería, y avanzó desde Jaróset hasta el torrente Quisón.
14Débora dijo a Barac:
-¡Vamos! Que hoy mismo pone el Señor a Sísara en tus manos. ¡El Señor marcha delante de ti!
15Barac bajó del Tabor, y tras él sus diez mil hombres. Y el Señor desbarató a Sísara, a todos sus carros y todo su ejército ante Barac, tanto que Sísara tuvo que saltar de su carro de guera y huir a pie.
16Barac fue persiguiendo al ejército y los carros hasta Jaróset Haggoyim*. Todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, no quedó ni uno.
17Mientras tanto, Sísara había huido a pie hacia la tienda de Yael, esposa de Jéber, el quenita, porque había buenas relaciones entre Yabín, rey de Jsaor, y la familia de Jéber, el quenita.
18Yael salió a su encuentro y lo invitó:
-Pasa, señor; pasa, no temas.
19Sísara pasó a la tienda, y Yael lo tapó con una manta. Sísara le pidió.
-Por favor, dame un poco de agua, que me muero de sed.
20Ella abrió el odre de la leche, le dio a beber y lo tapó. Sísara le dijo:
-Ponte a la entrada de la tienda, y si viene alguno y te pregunta si hay alguien, le dices que nadie.
21Pero Yael, esposa de Jéber, agarró un clavo de la tienda, agarró un martillo en la mano, se le acercó de puntillas y le hundió el clavo en la sien, atravesándolo hasta la tierra. Sísara, que dormía rendido, murió.
22Barac, por su parte, iba en persecución de Sísara. Yael le salió al encuentro y le dijo:
-Ven, te voy a enseñar al hombre que buscas.
Barac entró en la tienda: Sísara yacía cadáver, con el clavo en la sien.
23Dios derrotó aquel día a Yabín, rey cananeo, ante los israelitas. 24Y éstos se fueron haciendo cada vez más fuertes frente a Yabín, rey cananeo, hasta que lograron aniquilarlo.

Explicación.

4 Dos versiones, una en prosa narrativa, otra en verso épico, recogen el importante acontecimiento de la victoria sobre los reyes cananeos aliados. Si el relato tiene base histórica, habría que situarlo en la mitad del siglo XII. En cualquier caso, el relato funciona situado en el cuadro que podemos reconstruir con coherencia. Israel ya se ha establecido firmemente en dos bloques divididos por una franja central, y resultan una amenaza grave para las poblaciones y los reinos locales. Si logran ocupar la fértil franja central pronto se harán los amos únicos del territorio palestino; los reinos autóctonos que todavía subsisten tendrán que someterse, desaparecer, ser absorbidos. En cambio, la llanura central puede ser el punto de partida de un ataque que mantenga separados los dos grupos de tribus y ponga un freno a su afán expansionista. Varios reyes cananeos forman una coalición, nombran un general y reúnen sus armas más avanzadas, los carros. Presentarán batalla en la llanura, donde su ejército tiene superioridad absoluta. Incluso pueden contar con la indiferencia de algunas tribus, que no se sientan directamente amenazadas. El ejército cananeo avanza por la llanura, los destacamentos israelitas se derraman desde el Tabor; de repente sobreviene una tormenta, un aguacero, y los carros armaddos cananeos se vuelven su perdición. No pueden maniobrar, ni siquiera pueden huir en las vías encharcadas; no pueden subir a las montañas, que controlan los israelitas. El general huye a pie y muera a manos de una mujer beduina. Es una victoria decisiva que da a Israel el predominio sobre los cananeos, une geográficamente a las tribus y confirma su sentido de unidad.
Los personajes de la historia se reducen a cuatro. La primera bina lleva nombres significativos: Débora ( = abeja) es la mujer valiente y decidida, Barac (= rayo) es el hombre indeciso; la mujer es profetisa y posee la palabra de Dios, el hombre es militar y está desanimado. La segunda pareja la forman Yael (= cabra montés, rebeco) y Sísara, un general que era también rey.

4,1-3 La presencia de Yabín en esta narración es sospechosa: en Jos 11,1-9 es el jefe de la coalición septentrional  derrotada por Josué junto al arroyo de Merón; no aparece en el resto de la narración ni en el poema; el verso 3 parece indicar que el opresor es Sísara. Su residencia se encontraba probablemente al oeste de la gran llanura, cerca del mar y del Carmelo; hasta allá no habían llegado los filisteos.

4,1 * = Abeja. 2 Re 22,14.

4,2 * = de los Pueblos.

4,3 Jos 11,6; 17,18.

4,4-5 Su oficio principal es zanjar disputas, fallar pleitos; era el modo común de gobernar entonces. Su prestigio irradiaba desde la zona central hacia otras tribus, incluidas las del norte. Pero su autoridad para convocar a Barac le viene de un oráculo del Señor, porque es profetisa. Barac debía de tener un cargo importante en las tribus del norte; lleva el mismo nombre que el general cartaginés Amílcar Barca, mientras que el nombre de su padre "mi padre es hermoso" parece referirse al dios Tamuz o a su equivalente fenicio.

4,6-9 El diálogo enfrenta dos caracteres. El autor lo expresa con refinamiento estilístico: Débora habla en verso bastante regular, comenzando con un mandato categórico "ve"; Barac contesta poniendo condiciones, repite cuatro veces el verbo ir, insistiendo en la vocal i; es irónica la indecisión de este "Rayo"; para ir, Débora replica repitiendo el verbo ir en forma categórica.

"Poner en manos de " o "entregar" es una de las piezas de la guerra santa, forma parte del oráculo en que Dios da la seguridad de la victoria. El narrador va a jugar con la palabra mano (aunque en modo diverso que en el relato de Ehud). "En manos de una mujer": el lector piensa que esa mujer será Débora, la única mujer que ha aparecido ahora en la escena.

4,6 * = Rayo.

4,10 Zabulón y Neftalí son dos tribus septentrionales; nada dice el relato en prosa de las otras tribus, tema importante del poema. Puede ser que las tribus septentrionales fueran menos temidas como menos belicosas, los datos bíblicos dan preferencia de ordinario a las tribus de la montaña central o meridional; Taanac, Meguido y Betsán, fortalezas cananeas, custodiaban los accesos desde el sur.

4,11 La noticia sirve para preparar los acontecimientos de la segunda parte. La localidad lleva el nombre común Cadés (= santuario), y se encontraba quizá entre Meguido y Taanac. La tribu de los quenitas habitaba en el Negueb,mientras que Heber había emigrado hacia el norte, continuando su vida de nómada.

4,14 La frase de Débora es oracular y tiene un ritmo marcado con varias rimas. Salir delante es término militar; véase Ex 11,4, significa que el Señor será el general. La salida se podía realizar con el arca como paladión militar; pero no es probable que Barac pudiera contar con ella.

4,15-16 No se describe la batalla. Todo lo realiza el Señor con una acción típica de la guerra santa: sembrando el pánico, turbando, desbaratando (hmm). La acción se separa en dos hilos simultáneos: mientras Sísara huye a pie, barac persigue al ejército derrotado. Es muy enfático ese huir "a pie" del general que mandaba con sus carros.

4,16 * = de los Pueblos.

4,17 El segundo acto cambia la escena: en vez de campamento, tienda de campaña; en vez de batalla, buenas relaciones o paz.

4,18-20 La escena tiene resonancias ambiguas. Que la mujer tome la iniciativa y salga al encuentro, que invite a pasar, que cubra al soldado; la invitación suena seductoramente sura adoni sura ´elay ´al tir´a; y no olvidemos la homofonía en hebreo de "dame de beber" y "dame un beso" (véanse Is 27,2-5 y el comienzo del Cantar de los Cantares). Las últimas palabras de Sísara reducen la dignidad del general a su pura dimensión humana, el anónimo que desaparece: "Viene alguno.. hay alguien... nadie".

4,21 Con precisión de detalles, con rapidez en la sucesión y con sonoridad áspera describe el autor la acción de Yael. La mano de una mujer ha actuado. Jud 13,6-8.

4,24 La conclusión sugiere que Yabín siguió con poder y que la derrota fue el comienzo de su decadencia definitiva. Canaán (kn´n) es asonante de derrotar (kn´).

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