viernes, 1 de diciembre de 2017

JUECES. CAPÍTULO 13.

Sansón 

131Los israelitas volvieron a hacer lo que el Señor reprueba, y el Señor los entregó a los filisteos por cuarenta años.
2Había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos.
3El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo:
-Eres estéril y no has tenido hijos. 4Pero concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. 5No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño está consagrado a Dios desde antes de nacer. El empezará a salvar a Israel de los filisteos. 
6La mujer fue a decirle a su marido:
-Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era ni él me dijo su nombre. 7Sólo me dijo: <<Concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte>>.
8Manoj oró así al Señor:
-Perdón, Señor: que vuelva ese hombre de Dios que enviaste y nos indique lo que hemos de hacer con el niño una vez nacido.
9Dios escuchó la oración de Manoj, y el ángel de Dios volvió a aparecerse a la mujer mientras estaba en el campo y su marido no estaba con ella. 10La mujer corrió en seguida a avisar a su marido:
-Se me ha aparecido aquel hombre que me visitó el otro día.
11Manoj siguió a su mujer, fue hacia el hombre y le preguntó:
-¿Eres tú el que habló con esta mujer?
Él respondió:
-Sí.
12Manoj insistió:
-Y una vez que se realice tu promesa, ¿qué vida debe llevar el niño y qué tiene que hacer?
13El ángel del Señor respondió:
14-Que se abstenga de todo lo que le prohibí a tu mujer; que no tome mosto, que no beba vino ni licores, ni coma cosa impura; que lleve la vida que dispuse.
15Manoj dijo al ángel del Señor:
-No te marches, y te prepararemos un cabrito.
(No había caído en la cuenta de que era el ángel del Señor).
16Pero el ángel del Señor le dijo:
-Aunque me hagas quedar, no probaré tu comida. Si quieres ofrecer un sacrificio al Señor, hazlo.
17Manoj le preguntó:
-¿Cómo te llamas, para que cuando se cumpla tu promesa te hagamos un obsequio?
18El ángel del Señor contestó:
-¿Por qué me preguntas mi nombre? Es Misterioso.
19Manoj tomó el cabrito y la ofrenda y ofreció sobre la peña un sacrificio al Señor Misterioso. 20Al subir la llama del altar hacia el cielo, el ángel del Señor subió también en la llama, ante Manoj y su mujer, que cayeron rostro a tierra.
21El ángel del Señor ya no se les apareció más. Manoj cayó en la cuenta de que aquél era el ángel del Señor, 22y comentó con su mujer:
-¡Vamos a morir, porque hemos visto a Dios!
23Pero su mujer repuso:
-Si el Señor hubiera querido matarnos no habría aceptado nuestro sacrificio y nuestra ofrenda, no nos habría mostrado todo esto ni nos habría comunicado una cosa así.
24La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. 25Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo en Majné Dan*, entre Sorá y Estaol.

Explicación.

Sansón.

La Sefela. La cadena central de Palestina, en la extensión de Samaría, va bajando hacia la llanura del Sarón y hacia el mar por terrazas escalonadas, en continuidad descendente; por el contrario la zona de Judea baja rápidamente, casi se precipita a valles y gargantas paralelas al mar, y vuelve a subir en un sistema de colinas de media altura asomadas a la plana marítima. Esta zona de colinas se llama la Sefela; es decir, la baja; se entiende, comparada con las montañas de Hebrón y Jerusalén. Por esta división, la Sefela tiene una vida independiente: es una zona más suave de aspecto y clima, cruzada por anchos valles perpendiculares, que al llegar a la cadena central, se convierten en desfiladeros. Por estos desfiladeros se penetra difícilmente hacia el corazón de Judea, mientras que por los valles de la Sefela se baja fácilmente a la Plana filistea, por donde pasa la vía del mar.

Esta zona apacible y expuesta le ha tocado en suerte a la tribu de Dan; y en una de sus cuencas más apacibles, formada por la confluencia de varios valles o pasos, se encuentra Sorá y Estaol, los lugares donde, según la leyenda, nació y creció el heroe de los danitas, Sansón; el rival de los filisteos cuyo nombre sugiere una dedicación al Sol.

Los filisteos entran decididamente en escena en estos capítulos bíblicos y no la abandonarán hasta los días de David. Un día serán la amenaza máxima de los israelitas; por ahora son la molestia constante de los danitas.

Traían una cultura mediterránea desarrollada, sabían trabajar el hierro, durante cierto tiempo debieron de controlar las vías marítimas occidentales (antes de la expansión fenicia). Se orginazaban políticamente en una pentápolis, cuyos jefes llevaban el título de seranín (seran-im tyrann-os). Sus relaciones con los vecinos danitas eran de paz inestable; por su cultura y sus armas, llevaban las de ganar.

Rival de los filisteos no es la tribu entera, sino un héroe individual. A nivel de historia, sus hazañas son travesuras, cosquillas o punzadas a un enemigo superior. Muerto el héroe, los danitas tendrán que emigrar. Pero literariamente Sansón supera en fama al mismo Goliat.

El ciclo de Sansón. Esta denominación da idea del carácter compuesto de estos relatos y de su unidad de protagonista. Podemos leer estas páginas con diversas actitudes, que no se excluyen.

La primera será una lectura entretenida, por el placer de escuchar una buena narración. No importa que haya incoherencias o irregularidades entre las diversas piezas, incluso no es imposible que se le cuelguen al héroe triunfos ajenos -hoy no hay medio de determinarlo-. Los viejos narradores tenían ingredientes abundantes para componer buenos relatos: variedad de escenas y situaciones, un héroe que junta fuerza y astucia, ingenio y pasión, burlas que permiten reírse del enemigo más poderoso, y la tragedia final.

Sin perder su viveza original, Sansón asume un sentido simbólico para nosotros. Sansón y Dalila, Hércules y Onfalia, la fuerza y el amor, el héroe ciego antes de ser cegado, las vueltas monótonas del molino. Esta dimensión simbólica ha contribuido a la fama y popularidad de estos relatos.

A nosotros nos interesa, sobre todo, la lectura religiosa del ciclo, sentido buscado por el autor último y presente de diversos modos en los capítulos; por varios de sus elementos, por su inserción en el libro. El sentido religioso del personaje se propone antes de que nazca, en su anunciación, que ocupa un capítulo entero; elegido antes de nacer, como ninguno de los demás héroes del libro, consagrado a Dios de por vida. Su consagración es un nazireato, que le impone renuncias ascéticas y cúlticas. De joven recibe la bendición del Señor, y el espíritu de Dios comienza a moverlo. ¿Cumple Sansón con los deberes de un consagrado y con el oficio de un salvador?

Más bien parece empeñarse en quebrantar sus votos: bebiendo vino en los banquetes, comiendo miel contaminada por el contacto con un cadáver, uniéndose a mujeres paganas, entregando su cabellera. Más que un salvador parece un pecador que servirá de escarmiento, porque Dios no puede dejar impune su sacrilegio. A Sansón lo mueve la pasión con más fuerza que el espíritu de Dios.

Como salvador tampoco encaja bien en la serie de "los débiles victoriosos". Demasiado fuerte y astuto para manifestar el poder de Dios. Con todo, Sansón el fuerte se debilita a sí mismo dilapidando sus fuerzas en aventuras guerreras y amorosas. Como guerrero es un individualista, incapaz de reclutar y guiar a los suyos a victorias sustanciales; como hombre, su debilidad son las mujeres, y también su perdición. Ya tenemos al débil que necesitábamos para salvar; pero, como resulta que es un pecador, infiel a sus compromisos religiosos, el proceso de su acción salvadora toma un curso paradójico. Por sus pecados tiene que morir, como liberador tiene que salvar: su muerte heroica será la conjunción de las dos exigencias. Muere salvando, y su memoria es gloriosa.

13 Este es relato de anunciación más desarrollado del Antiguo Testamento. El núcleo es realmente la fórmula clásica de anunciación, dicha por el ángel del Señor y repetida por la mujer; a partir de ella toma cuerpo un relato de aparición.

¿Quién se aparece? Cuando habla la mujer, es "un hombre de Dios" (que equivale a un profeta), "el que vino"; cuando habla el marido, también es "un hombre de Dios", "el que habló"; sólo al final lo llama "dios"; el narrador lo llama casi siempre "el ángel del Señor", y dice simplemente "el Señor" cuando habla de la oración o del altar. Como ángel significa, en rigor, mensajero, podemos resumir así: no se dice que el Señor se aparezca, porque la aparición es como un salir de sí tomando figura, y por eso se emplea la perífrasis "el mensajero / ángel del Señor"; para aparecer toma figura humana, por lo cual los hombres ven a un hombre que habla como profeta, con aspecto de "mensajero divino". Cuando esa figura desaparece subiendo en la llama del altar, los hombres descubren que era Dios mismo quien se manifestaba y hablaba. Estos datos completan los de la aparición de Gedeón en el capítulo 6.

13,2 El tema de la esterilidad de la madre del héroe es común: Sara, Raquel, Ana. El hijo es puro don de Dios.

13,3-5 El esquema completo de anunciación tiene las siguientes piezas: concepción y parto, nombre del niño y su explicación, una dieta, historia futura del niño. Pueden verse los siguientes textos: Gn 16,11-12 (Ismael); Is 7,13-14 (el hijo de Acaz); el patrón pasa al Nuevo Testamento, donde lo utilizan Mateo y Lucas, Mt 1,20-23; Lc 1,11-20.26.37. Aquí falta el nombre, quizá porque Sansón no es nombre teofórico (o alude a una divinidad pagana); en compensación se desarrolla el motivo de la dieta, de acuerdo con el destino del héroe; es decir, ni a través de su madre deberá tocar el vino la criatura. Su destino será "comenzar" lo que seguirán otros. Samuel, Saúl y David.

13,7 De ordinario el voto de nazireato era temporal, Nm 6, el caso de Sansón es extraordinario.

13,11-18 En el diálogo hay un dato concreto, la dieta del niño; lo demás es negativo, misterioso. La primera identificación es vaga, el personaje rehúsa el banquete y no dice su nombre, es evasivo y alusivo. Algo se insinúa, que aún no se aclara. Se puede comparar con la escena de Gedeón en el capítulo 6.

13,15 Jue 6,18s; Gn 18,6.

13,16 Hay sacrificios concebidos como banquete, otros queman la víctima y se llaman holocaustos. El desconocido juega con alusiones: como comida no acepta nada, como holocausto, el Señor lo aceptará.

13,17-18. La pregunta por el nombre recuerda las visiones de Jacob (Gn 32) y Moisés (Ex 3). Sólo que Manoj considera todavía a su interlocutor como ser humano: quiere hacer un homenaje o un obsequio al mensajero que le trajo la gran noticia.

La respuesta avanza por la línea de la alusión: es un adjetivo que se podría leer como nombre, "que es: misterioso"; la raíz hebrea significa lo que excede la mente humana, misterioso, o la capacidad humana, milagroso, y de ordinario se predica de la divinidad (por ejemplo, Is 9,5 Maravilla de Consejero; Sal 139,6). Al negarse a decir su nombre, apunta hacia arriba.

13,18 Gn 32,10.

13,19 Manoj recoge la sugerencia al ofrecer su sacrificio. En el título se contiene una confesión: el Señor podrá hacer el milagro de dar un hijo a la mujer estéril, y hasta parece adelantar la acción de gracias por el beneficio.

13,19-20 Los versos están marcados por el movimiento ascendente que expresa la raíz ´ly (= subir), que designa también el sacrificio (= elevación): sube la víctima sobre la roca, sube la llama de sobre el altar hacia el cielo, sube el ángel del Señor. En fuerte contraste, los esposos caen en tierra.

13,21 La desaparición final empalma en inclusión con la primera aparición (1,20). El "cayó en la cuenta" recoge y resuelve el "no había caído en la cuenta" del v. 16.

13,22 No se concede a los mortales ver a Dios, porque es una visión terrible que mata. Ex 33,20.

13,23 La mujer impone la sensatez humana por encima de una teología oficial, como si le resultase más fácil entrar en el mundo de lo divino.

13,25 El espíritu del Señor es el elemento dinámico que no dejará quietud al héroe, que lo moverá de modo imprevisible para que cumpla su misión. * = Castrodán.

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