viernes, 1 de diciembre de 2017

JUECES. CAPÍTULO 10.

JUECES MENORES (I) 


101A Abimelec le sucedió como salvador de Israel Tolá, hijo de Fuá, de Dodó, de la tribu de Isacar. Vivía en Samir*, en la serranía de Efraín. 2Gobernó Israel veintitrés años. Murió y lo enterraron en Samir.

3Le sucedió Yaír, el galadita, que gobernó a Israel veintidós años. 4Tuvo treinta hijos, que montaban en treinta asnos y eran señores de treinta villas, llamadas hasta hoy Villas de Yaír, en Galaad. 5Yaír murió y lo enterraron en Camón.


Liturgia penitencial



6Los israelitas volvieron a hacer lo que el Señor reprueba: dieron culto a Baal y Astarté, a los dioses de Siria, a los dioses de Fenicia, a los dioses de Moab, a los dioses de los filisteos. Abandonaron al Señor, no le dieron culto.

7Entonces el Señor se encolerizó contra Israel y lo vendió a los filisteos y a los amonitas, 8que a partir de entonces oprimieron tiránicamente durante dieciocho años a los israelitas de Transjordania, enclave de Galaad en territorio amorreo.
9Los amonitas pasaron el Jordán con intención de luchar también  contra Judá, Benjamín y la tribu de Efraín; así que Israel llegó a una situación desesperada.
10Entonces los israelitas gritaron al Señor:
-¡Hemos pecado contra ti! Hemos abandonado al Señor, nuestro Dios, para dar culto a los baales.
11El Señor les respondió:
-Os he librado de los egipcios, de los amorreos, de los amonitas y de los filisteos. 12Los fenicios, amalecitas y madianitas eran vuestros tiranos. Me gristasteis, y yo os salvé. 13Pero me habéis abandonado, habéis dado culto a otros dioses. 14Por eso no volveré a salvaros. Id a gritar a los dioses que habéis escogido. ¡Que os salven ellos en la hora del peligro!
15Los israelitas insistieron:
-¡Hemos pecado! Haz de nosotros lo que te parezca bien, pero líbranos hoy.
16Entonces quitaron de en medio los dioses extranjeros y dieron culto al Señor, que cesó en su cólera ante los sufrimientos de Israel.
17Los amonitas, movilizados, acamparon en Galaad. Los israelitas se movilizaron también y acamparon en Mispá*. 18Los jefes de Galaad se decían:
-El que empiece la guerra contra los amonitas será el caudillo de los que vivimos en Galaad.


Explicación.



JUECES MENORES I



Aquí empieza la serie de seis jueces "menores", de los cuales el tercero, Jefté, pertenece también a los "mayores". Varios de estos nombres aparecen en las genealogías de Gn 46 y Nm 26. Tolá representa la tribu de Isacar, y Yaír la de Gad, en Transjordania.



10,1 * = El Zarzal.


10,6-11,40 Los amonitas son un pueblo de origen nomádico, que se constituyen en reino, quizá muy avanzado el siglo XII, y han dejado su nombre a la moderna capital Amán, en Transjordania. Su principal ocupación debió de ser un tiempo el servicio de las caravanas, actividad que recibe enorme impulso con la domesticación del camello. Una vieja tradición, Gn 19,30-38, los considera emparentados con los moabitas y descendientes de Lot por turbias relaciones; Moisés todavía no se los encuentra en su avance por Transjordania.

El presente episodio los muestra en un movimiento de expansión hacia occidente, amenazando una de las tribus transjordanas; cuando los amonitas logran establecer una cabeza de puente en Cisjordania, su presencia amenaza a otras tribus, lo cual significa de hecho una seria amenaza contra la confederación. Esto basta al autor posterior para generalizar el hecho, según su visión unificada y esquemática de los acontecimientos.

El episodio de Jefté se distingue en el libro por su carácter "hablado"; la acción llega como resultado o consecuencia de un hablar o parlamentar. Esto da coherencia al relato. Primero el pueblo parlamenta con el Señor en una liturgia penitencial; después, los galaditas (o los gaditas habitantes en Galaad) parlamentan con Jefté, para que asuma el mando militar; después, Jefté parlamenta con los jefes amonitas, intentado salvar una paz justa. Así tenemos varios ejemplos del arte de la palabra, relativamente antiguos; aunque probablemente son más tardíos que otras partes del libro.

A manera de apéndices, el relato incorpora dos tradiciones ricas en acción, más características y más famosas en la literatura europea: la hija de Jefté, la lucha con los efraimitas, 11,34-40 y 12,1-6.

10,6 Jue 2,1-5.

10,6-8 Las fórmulas del marco se hinchan con afán enumerativo y van volviendo a las dimensiones originales: primero, dioses de cinco países; después, dos pueblos, finalmente los amonitas. Siria y Fenicia están al nordeste y noroeste, Amón y Moab al este, los filisteos al oeste; con Edom al sur tendríamos cerrado el círculo. Resulta extraño, aunque no sea imposible, que los israelitas hubieran adoptado los dioses filisteos. Tampoco parece probable, entonces, un dominio de los filisteos en Transjordania -aunque tiempo más atrás hubiera una guarnición filistea en Betsán-. Se ve que el autor amplía, escribiendo una especie de portada a los capítulos siguientes, incluidos los de Sansón: esto justifica el hablar de amonitas y filisteos.

10,10-16 También la liturgia penitencial sirve de pórtico a las dos figuras siguientes. Es la tercera pieza de su género en el libro: el ángel del Señor en El Llanto (Boquín), capítulo 2, el profeta del capítulo 6,  y el Señor de aquí. La liturgia penitencial es diversa de otras: en vez del esquema normal, acusación-confesión, sigue un esquema propio, confesión-acusación-confesión. De este modo las palabras de Dios adquieren una función de urgencia, de llamar a la seriedad en la conversión; son una negativa dialéctica que denuncia la gravedad de la recaída, que denuncia el juego cómodo de "volver a las andadas" (precisamente el círculo que trazamos la "gran overtura").

Los otros dioses son incapaces de salvar a Israel, mientras que la salvación define al Dios de Israel: "nuestro Dios es un Dios que salva" dice el salmo 68,21. La lista de siete pueblos parece haber sufrido manipulaciones. A ello se debe la presencia de amonitas y filisteos: del dominio fenicio no tenemos noticia, los amorreos pueden ser los dos reyes de Transjordania, Sijón y Og.

El rito de eliminar los ídolos repite el de Jos 24,23 y Gn 35,2.

10,14 Jr 2,28.

10,15 Jr 3,22-25.

10,17 Este verso adelanta acontecimientos, pues el acampar frente a frente, supone la existencia de un ejército con su jefe. Además Galaad es toda una región, mientras que Mispá es una localidad.

10,17 * = Atalaya.

10,18 Si el sujeto es "la gente", el texto parece hablar de un estado de opinión: ante la amenaza presente y las futuras posibles, Galaad necesita un jefe militar; incluso podría implicar que el auxilio de la confederación no funciona. En el texto hebreo hay una adición que limita el sentido: "los jefes de Galaad".


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