viernes, 1 de diciembre de 2017

JUECES. CAPÍTULO 21

La paz  

211Los israelitas habían hecho este juramento en Mispá:
-Ninguno de nosotros dará su hija en matrimonio a un benjaminita.
2Fueron a Betel y estuvieron allí sentados ante Dios hasta la tarde, gritando y llorando inconsolables, 3y decían:
-¿Por qué, Señor, Dios de Israel, ha pasado esto en Israel, que ha desaparecido hoy en tribu de Israel?
4Al día siguiente madrugaron, construyeron allí un altar y ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión. 5Después preguntaron:
-¿Quién de entre todas las tribus de Israel no acudió a la asamblea ante el Señor?
Porque se habían juramentado solemnemente contra el que no se presentase ante el Señor en Mispá, en estos términos: <<Es reo de muerte>>.
6Los israelitas sentían lástima por su hermano Benjamín y comentaban:
7-¡Una tribu se ha desgajado hoy de Israel! ¿Cómo proveer de mujeres a los supervivientes? Porque nosotros nos hemos juramentado por el Señor a no darles a nuestras hijas en matrimonio. 8¿Quién de las tribus de Israel no se presentó ante el Señor en Mispá?
Resultó que ningún hombre de Yabés de Galaad había venido a filas, a la asamblea; 9al pasar revista a la tropa, vieron que allí no había nadie de Yabés de Galaad. 10Entonces la asamblea mandó allá doce mil soldados, con esta orden:
-Id y pasad a cuchillo a Yabés de Galaad, sin perdonar mujeres ni niños. 11Hacedlo de modo que exterminéis a todos los hombres y a las mujeres casadas, dejando con vida a las solteras.
12Así lo hicieron. Y resultó que en Yabés de Galaad había cuatrocientas muchachas jóvenes no casadas, y las llevaron al campamento de Siló, en tierra de Canaán. 13Luego envió la asamblea una embajada a los benjaminitas de Sela Harrimón, con propuestas de paz. 14Los benjaminitas volvieron, y les dieron las mujeres que quedaban de Yabés de Galaad, pero no hubo para todos.
15El pueblo se compadeció de Benjamín, porque el Señor había abierto una brecha en las tribus israelitas. 16Los ancianos de la asamblea se preguntaban:
-¿Cómo proveer de mujeres a los supervivientes? Porque las mujeres de Benjamín han sido exterminadas. 17¡Que los supervivientes de Benjamín tengan herederos y no se borre una tribu de Israel! 18Claro que nosotros podemos darles nuestras hijas en matrimonio. (Porque habían jurado: ¡Maldito el que dé una mujer a Benjamín!).
19Entonces propusieron:
-Está la fiesta del Señor, que se celebra todos los años en Siló (al norte de Betel, al este del camino que va de Betel a Siquén, al sur de Libna*).
20Y dieron estas instrucciones a los benjaminitas:
21-Venid a esconderos entre las viñas, y estad atentos: cuando salgan las muchachas de Siló a bailar en corro, salís vosotros de las viñas, raptáis cada uno a una muchacha y os marcháis a vuestra tierra. 22Si luego vienen sus padres o hermanos a querellarse con vosotros, les diremos: <<Compadeceos de ellos, que no las han raptado como esclavas de guerra ni vosotros se las habéis dado; porque en ese caso seríais culpables>>.
23Los benjaminitas lo hicieron así, y de las danzantes que habían raptado se quedaron con las mujeres que necesitaban. Después se volvieron a su heredad, reconstruyeron sus ciudades y las habitaron.
24Los israelitas se repartieron, cada uno a su tribu y su clan, y se fueron de allí cada cual a su heredad.
25Por entonces no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien.

Explicación.

21 Ha terminado la batalla con una gran victoria. Extrañamente, los israelitas no la celebran con himnos, sino llorando ante el Señor, porque ha sido una victoria en una guerra entre hermanos. El precio de castigar una culpa ha sido muy alto: una tribu "se ha desgajado", que es como si hubiera quedado fuera de la confederación; con lo cual, han quedado sólo once. El Señor "ha abierto brecha" rompiendo la unidad y consistencia de la confederación. Por si fuera poco, el juramento de no entregar mujeres, amenaza con extinguir a los que quedan de la tribu; lo que está mandado por la ley respecto a mujeres extranjeras, está ahora prohibido por el juramento, respecto a una tribu hermana. Por eso domina el llanto, la queja al Señor, la compasión. Quizá sea casualidad (aunque a los hebreos les gustaban estos procedimientos numéricos): el nombre de Israel suena doce veces en el capítulo (prescindiendo del colofón), la última vez cuando se ha constituido la unidad de la totalidad.

Con todo, el castigo no ha terminado. Una ciudad importante de Transjordania (muy unida a Benjamín según las tradiciones de Saúl y David) ha faltado a la solidaridad y los deberes de la confederación, y según la ley tiene que ser castigada. Su castigo es el comienzo de la recuperación de Benjamín. El complemento es un curioso ejemplo de casuística, en un contexto pintoresco.

La narración no se puede comparar con las buenas del libro. Su punto de vista es la asamblea, donde se celebra una liturgia, se delibera, se toman decisiones. La ejecución de las dos decisiones, versos 11 y 23, es demasiado breve. Así resalta la acción del centro, el saludo de paz de las tribus.

21,2-3 Otros relatos hablan de castigos semejantes entre las tribus: los levitas cuando el becerro de oro (Ex 32), Fineés cuando lo de Belfegor (Nm 25); sólo aquí encontramos una reacción de dolor. Esa breve lamentación, que pide cuentas a Dios por lo sucedido, es patética; la triple repetición de "Israel" en tan poco espacio expresa la conciencia de unidad; también es expresiva la vaguedad "esto, una tribu", que no se atreve a pronunciar los nombres; el Señor lleva aquí su título "Dios de Israel".

21,4 La liturgia penitencial se celebraba por la tarde, los sacrificios de comunión la completan por la mañana. Así comienza la asamblea bajo el signo litúrgico.

21,5 Jue 5,21.

21,6 El original nos ofrece un par de versos muy elaborados: en el primero resalta la colocación con la asonancia; a la letra sería "se dolían los hijos de Israel de Benjamín sus hermanos" (bene yisra´el - binyamin). En el segundo, la palabra tribu, que significa rama, sirve para la metáfora de desgajar (véase Is 10,33).

21,9 Yabés es sólo una población del territorio de Galaad, importante por su situación estratégica junto al Jordán, a la altura de Beisán. En tiempos de Saúl juega un papel importante; no se nota que haya sido aniquilada poco antes.

21,11 Nm 31,15-18.

21,13 Nuevo mensaje después del fatídico de 20,12-13.

21,14 El verbo volverse tiene gran resonancia: es la vuelta y la conversión. No se dice adónde, pero se puede sobreentender a la confederación, al lugar sagrado, al Señor.

21,15 Israel, visto antes como un árbol, toma aquí la imagen de una ciudad o una muralla; véanse Ex 19,22.24; Sal 106,23.

21,19 Todo va a concluir durante una fiesta en honor del Señor, solemnidad alegre de todo el pueblo. (Parece como si el autor quisiera explicar los accesos a los participantes, o como si el glosador quisiera identificar la ciudad destruida). * = Alba.

21,21 Ex 15,20; 1 Sm 18,6.

21,23 Con la reconstitución de las familias y la reconstrucción de las ciudades comienza la nueva etapa, en espera de la monarquía.

21,25 Jue 17,6.

JUECES. CAPÍTULO 20

La guerra 


201Todos los israelitas, desde Dan hasta Berseba, incluido el país de Galaad, fueron como un solo hombre a reunirse en asamblea ante el Señor en Mispá. 2Asistieron a la asamblea del Pueblo de Dios los dignatarios del pueblo y todas las tribus de Israel: cuatrocientos mil soldados armados de espada.

3Los benjaminitas se enteraron de que los israelitas habían ido a Mispá. Los israelitas empezarón:
-Vosotros diréis cómo se cometió ese crimen.
4El levita, marido de la que había sido asesinada, respondió:
-Mi mujer y yo llegamos a Guibeá de Benjamín para pasar la noche. 5Los del pueblo se levantaron contra mí, rodearon la casa de noche intentando matarme, y abusaron de mi mujer, que de resultas murió. 6Entonces tomé a la mujer, la despedacé y envié los trozos por toda la heredad de Israel, porque se había cometido un crimen infame en Israel. 7Todos vosotros sois israelitas: deliberad y tomad una decisión:
8Todo el pueblo se puso en pie como un solo hombre, diciendo:
-Ninguno de nosotros marchará a su tienda ni se volverá a su casa. 9Ahora vamos a actuar así contra Guibeá: sortearemos los que han de atacarla; 10de todas las tribus de Israel tomaremos diez hombres de cada cien, cien de cada mil, mil de cada diez mil, para encargarse de la intendencia del ejército que vaya contra Guibeá de Benjamín a castigar como se merece esa infamia que han cometido en Israel.
11Todos los israelitas, como un solo hombre, se reunieron contra la ciudad. 12Entonces las tribus israelitas mandaron emisarios a la tribu de Benjamín a decirles:
13-¿Qué crimen es ese que se ha cometido entre vosotros? ¡Venga! Entregadnos a esos pervertidos de Guibeá, que los matemos y se borre así este crimen de en medio de Israel.
Pero los de Benjamín no quisieron hacer caso de sus hermanos los israelitas. 14Desde sus ciudades se congregaron en Guibeá para ir a la guerra contra los israelitas. 15De las ciudades de Benjamín se alistaron aquel día veintiséis mil hombres armados de espada, sin contar a los vecinos de Guibeá. 16En todo aquel ejército se alistaron setecientos hombres escogidos, zurdos, capaces de acertar con la honda a un pelo sin fallar el tiro.
17Los israelitas, excluidos los benjaminitas, alistaron cuatrocientos mil hombres armados de espada, todos ellos gente aguerrida. 18Se pusieron en camino hacia Betel y consultaron a Dios: 
-¿Quién de nosotros irá el primero a la guerra contra los benjaminitas?
El Señor respondió:
-Judá.
19Los israelitas se levantaron temprano y acamparon frente a Guibeá. 20Salieron al combate contra Benjamín y formaron frente a Guibeá. 21Pero los benjaminitas salieron de Guibeá y dejaron tendidos en tierra aquel día a veinte mil israelitas.*
23Los israelitas fueron a Betel a llorar ante el Señor hasta la tarde. Le consultaron:
-¿Volvemos a presentar batalla a nuestro hermano Benjamín?
El Señor respondió:
-Atacadlo.
22Entonces se rehicieron, volvieron a formar en orden de batalla en el mismo sitio que el día anterior y 24se acercaron a los de Benjamín aquel segundo día. 25Pero los de Benjamín salieron a su encuentro desde Guibeá aquel segundo día y dejaron tendidos en tierra otros dieciocho mil israelitas armados de espada.
26Entonces subieron a Betel todos los israelitas, todo el ejército, a llorar allí, sentados ante el Señor. Ayunaron aquel día hasta la tarde, ofrecieron al Señor holocaustos y sacrificios de comunión 27y le consultaron (en aquella época estaba allí el arca de la alianza 28y oficiaba Fineés, hijo de Eleazar, hijo de Aarón):
-¿Volvemos a salir al combate contra nuestro hermano Benjamín, o desistimos?
El Señor respondió:
-Atacad, que mañana os lo entregaré.
29Entonces pusieron emboscadas en torno a Guibeá 30y marcharon contra Benjamín el tercer día, formando frente a Guibeá como las otras veces.
31Los benjaminitas salieron a su encuentro, alejándose del pueblo, y como las otras veces, empezaron a destrozar y herir por los caminos, el que sube a Betel y el que va a Gabaón. Así mataron en campo abierto a unos treinta israelitas, 32y comentaron:
-Ya están derrotados, como el primer día.
Pero es que los israelitas habían convenido:
-Emprenderemos la huida para alejarlos del pueblo hacia los caminos.
33(El grueso del ejército se reorganizó en Baal Tamar*). Los que estaban emboscados salieron de sus posiciones desde el claro de Guibeá.
34(Diez mil hombres selectos de Israel llegaron delante de Guibeá, y se entabló un combate reñido, sin que los benjaminitas se dieran cuenta de que el desastre se les echaba encima. 35El Señor los castigó ante Israel: aquel día los israelitas hicieron a Benjamín veinticinco mil cien bajas;  todos soldados armados de espada).
36(Los benjaminitas se vieron derrotados). Los israelitas retrocedieron ante Benjamín, contando con la emboscada que habían tendido contra Guibeá. 37Los de la emboscada asaltaron Guibeá rápidamente; fueron y pasaron a cuchillo a toda la población.
38Los israelitas habían convenido con los de la emboscada en que, cuando hicieran subir una humareda desde el pueblo, 39ellos se volverían en la batalla.
Los de Benjamín empezaron a destrozar y herir a los israelitas, a unos treinta, y comentaron:
-Ya están derrotados, como en el primer combate.
40Pero en aquel momento empezó a subir la humareda desde el pueblo. Los benjaminitas miraron atrás y vieron que el pueblo entero subía en llamas al cielo; 41entonces los israelitas se volvieron, y los de Benjamín quedaron aterrorizados viendo que el desastre se les echaba encima, 42y huyeron ante los israelitas, camino del páramo, con el enemigo pisándoles los talones.
43Los que habían arrasado el pueblo los acometieron de flanco y los dividieron, persiguiéndolos sin descanso; los persiguieron hasta llegar frente a Guibeá, a levante. 44Las bajas de Benjamín fueron dieciocho mil hombres.
45En su huida se dirigieron hacia el páramo, a Sela Harrimón*; pero los israelitas dieron alcance a cinco mil por los caminos, los persiguieron de cerca, hasta Guideán, y les mataron dos mil hombres. 46Las bajas de Benjamín aquel día fueron veinticinco mil hombres armados de espada, todos gente de guerra. 47En su huida, seiscientos hombres se dirigieron hacia el páramo, a Sela Harrimón, y allí estuvieron cuatro meses.
48Los israelitas se volvieron contra los de Benjamín. Los pasaron a cuchillo, desde las personas hasta el ganado y todo lo que encontraban; todas las ciudades que encontraron las incendiaron.


Explicación.



20 Este capítulo se puede dividir en dos partes: la dieta o asamblea de los israelitas (1-13) y la batalla (14-48). El autor insiste en el carácter nacional del hecho: se trata de todo Israel, de todas las tribus, de los israelitas, el crimen ofende a todo Israel; significativamente se oponen israelitas y benjaminitas o "hijos de Benjamín" a "hijos de Israel". En la misma línea están los términos de reunión y asamblea (qahal y ´eda), pueblo de Dios, y la expresión "como un solo hombre".


La reunión es sagrada y se celebra en una localidad próxima a Loma, en territorio de Efraín. Dada esta cercanía, los benjaminitas tenían que saberlo; además que los de Judá pasaban por el territorio benjaminita camino de la asamblea general.

20,2 En todo el capítulo imperan los números exagerados.

20,4-7 En la narración resumida, el nombre de la ciudad culpable ocupa un puesto inicial enfático.

20,8-10 El comienzo de la respuesta también es muy rítmico, como si fuera una fórmula en verso recitada a coro.

20,13 La ejecución de los culpables habría solucionado pacíficamente el caso; pero los benjaminitas se solidarizan con los culpables provocando el casus belli. Dt 17,12.

20,14-48 La batalla, tal como se encuentra en el texto actual, está mal contada, con repeticiones, vueltas atrás e incoherencias. Teniendo en cuenta los hechos de Ay (Jos 7-8) es fácil reconstruir el esquema de los sucesos. Dos intentos de ataque frontal fracasan, con pérdidas para los atacantes; a la tercera adoptan otra táctica, que es destacar una emboscada detrás de la ciudad, atacar, simular la huida, para que el enemigo se aleje de la ciudad; en ese momento los de la emboscada atacarán a la gente indefensa e incendiarán algunas casas; a la señal de la humareda, el grueso del ejército se volverá de repente, el enemigo intentará refugiarse en la ciudad; pero al ver la columna de humo, huyen hacia el campo; entonces los de la emboscada los atacan de flanco, mientras el grueso los persigue y derrota. Esto se podía haber contado con bastante sencillez, aun reconociendo la dificultad de manejar los tres hilos simultáneos de la acción.

La traducción sigue el orden del texto actual, dado que no es posible reconstruir el original con suficiente probabilidad.

20,16 Como no se habla todavía de arcos y flechas, la honda se convierte en una ventaja importante en el armamento. Algunos traducen "ambidextros" en vez de zurdos; tenemos el mismo juego de palabras que encontrábamos en la figura de Ehud.

20,18 Consulta y respuesta suenan como variante de 1,1-2; resulta patético oír que una guerra civil comience con los términos de la conquista. Pero hay una diferencia significativa: en 1,2, el Señor promete entregar la tierra; esta cláusula falta en la primera consulta del presente capítulo, y sólo se lee en la tercera consulta, después del llanto primero, del llanto segundo con ayuno y de los sacrificios.

20,21 El v.22 va detrás del v.23.

20,23 Jue 2,4.

20,26 Job 2,13.

20,28 Si la noticia fuera original, el episodio habría sucedido durante la generación que sucede a Josué, cosa del todo improbable y que no está de acuerdo con el resto del libro.

20,29 Jos 8,3-25.

20,31 Dada la posición de la ciudad, los atacantes tienen que subir, los defensores tienen la ventaja de la altura; en un punto cambia la dirección, y los israelitas comienzan a ganar altura.

20,33 * = La Palma.

20,34-35 Este resumen genérico del ataque y la victoria interrumpe la narración y parece provenir de otro contexto.

20,40 Reconstrucción hipotética: "Pero en aquel momento empezó a subir la humareda del pueblo; entonces los israelitas se volvieron y los benjaminitas se desconcertaron; miraron atrás y vieron que el pueblo entero subía en llamas al cielo, y viendo que el desastre se les echaba encima, huyeron ante los israelitas camino del páramo, con el enemigo pisándole los talones".

20,42 "De falnco" o bien "cogiéndolos entre dos fuegos"; el texto hebreo es confuso.

20,43 También este verso es difícil. Otra traducción: "Los derrotaron y los persiguieron desde Nojá hasta avistar Guibeá".

20,45 Sela Harimmón se encuentra a poca distancia al nordeste del campo de batalla. El que seiscientos hombres encontraran refugio seguro en aquel lugar benjaminita, desmiente la amplitud de la batalla que sugieren otros versos. "Dieron alcance": el verbo hebreo ofrece la imagen de una rebusca agrícola. Guideán: algunos lo leen como verbo "hasta desgajarlos". * = Peñagranada.


JUECES. CAPÍTULO 19

El crimen de Guibeá  (Gn 19)

191Por entonces no había rey en Israel. En la serranía de Efraín  vivía un levita que tenía una concubina de Belén  de Judá. 2Ella le fue infiel y se marchó a casa de su padre, a Belén de Judá, y estuvo allí cuatro meses. 3Su marido se puso en camino tras ella, a ver si la convencía para que volviese. Llevó consigo un criado y un par de burros. Llegó a casa de su suegro, y al verlo, el padre de la chica salió todo contento a recibirlo. 4Su suegro, el padre de la chica, lo retuvo, y el levita se quedó con él tres días, comiendo, bebiendo y durmiendo allí. 5Al cuarto día madrugó y se preparó para marchar. Pero el padre de la chica le dijo:
-Repón fuerzas, prueba un bocado y luego os vais.
6Se sentaron a comer y beber juntos. Después el padre de la chica dijo al yerno:
-Anda, quédate otro día, que te sentará bien.
7El levita se disponía a marchar; pero su suegro le insistió tanto, que cambió de parecer y se quedó allí.
8A la mañana del quinto día madrugó para marchar, y el padre de la chica le dijo:
-Anda, repón fuerzas.
Y se entretuvieron comiendo juntos, hasta avanzado el día.
9Cuando el levita se levantó para marchar con su mujer y el criado, el suegro, el padre de la chica, le dijo:
-Mira, ya se hace tarde; pasa aquí la noche, que te sentará bien; mañana madrugas y haces el camino a casa. 10Pero el levita se quiso quedarse y emprendió el viaje; llegó a dar vista a Jebús (o sea, Jerusalén). Iba con los dos burros aparejados, la mujer y el criado. 11Llegaron cerca de Jebús ya atardecido, y  le dice el criado a su amo:
-Podemos desviarnos hacia esa ciudad de los jebuseos y hacer noche en ella.
12Pero el amole respondió:
-No vamos a ir a una ciudad de extranjeros, de gente no israelita. Seguiremos hasta Guibeá*.
13Y añadió:
-Vamos a acercarnos a uno de esos lugares, y pasamos la noche en Guibeá o en Ramá.
14Siguieron su camino, y la puesta del sol los pilló cerca de Guibeá de Benjamín. 15Se dirigieron allá para entrar a pasar la noche. El levita entró en el pueblo y se instaló en la plaza, pero nadie los invitó a su casa a pasar la noche.
16Ya de tarde llegó un viejo de su labranza. Era oriundo de Efraín, y, por tanto, emigrante también él en Guibeá. Los del pueblo eran benjaminitas.
17El viejo alzó los ojos y vio al viajero en la plaza del pueblo. Le preguntó:
-¿Adónde vas y de dónde viernes?
18Le respondió:
-Vamos de paso, desde Belén de Judá hasta la serranía de Efraín; yo soy de allí y vuelvo de Belén a mi casa; pero nadie me invita a la suya, 19y eso que traigo paja y forraje para los burros, y tengo comida para mí, para tu servidora y para el criado que acompaña a tu servidor. No nos falta nada.
20El viejo le dijo:
-¡Se bien venido! Lo que te haga falta corre de mi cuenta. Anda, no te quedes de noche en la plaza.
21Lo metió en su casa, echó pienso a los burros, los viajeros se lavaron los pies y se pusieron a cenar.
22Ya estaban animándose cuando los del pueblo, unos pervertidos, rodearon la casa, y aporrearon la puerta, gritaron al viejo, dueño de la casa:
-Saca al hombre que ha entrado en tu casa, que nos aprovechemos de él.
23El dueño de la casa salió afuera y les rogó:
-Por favor, hermanos, por favor, no hagáis una barbaridad con ese hombre, una vez que ha entrado en mi casa; no cometáis tal infamia. 24Mirad, tengo una hija soltera: os la voy a sacar, y abusáis de ella y hacéis con ella lo que queráis; pero a ese hombre no se os ocurra hacerle tal infamia.
25Como no querían hacerle caso, el levita tomó a su mujer y se la sacó afuera. Ellos se aprovecharon de ella y la maltrataron toda la noche hasta la madrugada; cuando amanecía la soltaron.
26Al rayar el día volvió la mujer y se desplomó ante la puerta de la casa donde se había hospedado su marido; allí quedó hasta que clareó.
27Su marido se levantó a la mañana, abrió la puerta de la casa, y salía ya para seguir el viaje, cuando encontró a la mujer caída a la puerta de la casa, las manos sobre el umbral. 28Le dijo:
-Levántate, vamos.
Pero no respondía. Entonces la recogió, la cargó sobre el burro y emprendió el viaje hacia su pueblo.
29Cuando llegó a casa, agarró un cuchillo, tomó el cadáver de su mujer, lo despedazó en doce trozos y los envió por todo Israel.
30Cuantos lo vieron comentaban:
-Nunca ocurrió ni se vio cosa igual desde el día en que salieron los israelitas de Egipto hasta hoy. Reflexionad sobre el asunto y dad vuestro parecer.

Explicación.

GUERRA CIVIL

19-21 El protagonista de estos capítulos es realmente la confederación, y el asunto es interno. El espíritu de solidaridad vincula a las tribus: el delito cometido en una tribu afecta a todos, el castigo es un acto colectivo, pero también es compartido el deseo de que no se menoscabe la unión con la destrucción de una tribu. Como al fin predomina este deseo salvador, la tragedia se abre a la esperanza.

La narración está construida en tres actos o cuadros bien diferenciables: el delito, la lucha, la paz. De tal construcción surgen algunas relaciones sugestivas: el arranque es una relación matrimonial intertribal que se quiebra y se recompone; de allí procede la gran rutpura entre las tribus, que al fin se recompone; precisamente en un acto matrimonial colectivo. La dieta en Atalaya decreta el castigo, la fiesta en Siló sella la reconciliación.

El perfil estilístico de las escenas es vario. El primer capítulo es una de las mejores narraciones que se leen en el Antiguo Testamento, en cambio el segundo es confuso en su estado actual; el tercer capítulo es poco llamativo.

En estas relaciones entre tribus -que ya hemos encontrado varias veces a lo largo del libro- tiene un papel decisivo un levita, es decir uno perteneciente a la tribu sin tierra, ligado por residencia a Efraín, por matrimonio a Judá; entre Efraín y Judá se encuentra la tribu culpable, Benjamín. Las localidades sacras del relato se encuentran en territorio de Efraín, Siló en el centro, Mispá y Betel en el confín meridional. También aparece Yabés de Galaad, para que no falte una presencia de Transjordania.

Belén de Judá, Benjamín como antagonista, Yabés de Galaad que no lucha contra Benjamín, Yebús = Jerusalén nos llevan sin querer a evocar la historia de David. ¿Se contarían estos sucesos "premonárquicos" en la patria del rey David? ¿Hubo un intento posterior de ligarlos a su memoria? El texto no ofrece más datos que esa acumulación de coincidencias.

Por este capítulo podemos llegar a medir la maestría de los antiguos narradores. El proceso avanza linealmente alternando escenas de quietud y movimiento, lentas y rápidas; calibrando la mezcla de diálogo y acción. Nos hace pasar del tono gozoso al temor, del encuentro sereno a la noche sombría. El narrador repite al principio para detener, al final lo sacrifica todo al dato escueto, decisivo. Es como un milagro de contención: un par de rasgos recrean toda la escena, tensa de pasión, sin que la voz del narrador tiemble apenas. Si hay algo no sentimental en ese descubrimiento del cadáver y el descuartizarlo. Además, la velocidad arrolladora del final espanta, sin dar lugar a las lágrimas.

Motivo constante es la hospitalidad, sagrada a los antiguos. Hospitalidad cordial en casa del suego, no esperada de los jebuseos y negada por los de Loma, de nuevo hospitalidad generosa en la casa del forastero, y el delito contra el huésped.

La narración tiene evidentes puntos de contacto con la de Sodoma, Gn 19, y con la de Saúl, 1 Sm 11, quizá aluda a ella Job 31,31-32.

19,1 Las concubinas están admitidas en la legislación. Es fácil que el levita tuviera una mujer de su misma tribu.

19,2-3 Así se lee el texto hebreo, y habría sido causa de repudio si la legislación estricta estuviera entonces en vigor. Otras traducciones, empezando por las antiguas, hablan sólo de un enfado transitorio. Pero no esetá de más recordar a Oseas, que habla también de infidelidad y de "hablar al corazón" (la misma fórmula que el v.3). Tal como se lee el texto, la iniciativa del marido es un acto de perdón en busca de la reconciliación. En vez de "llegó a casa de su suegro", el texto hebreo dice "ella lo metió en casa de su padre". La alegría del suegro puede tener un componente de interés, porque una hija separada así del marido es un problema doméstico.

19,4 Suena por primera vez el verbo lyn (pernoctar, quedarse), que será dominante en la narración hasta el v.20.

19,4-9 Estos relatos se recitaban y se escuchaban repetidas veces. Si al que los oída por primera vez, lo vencía la curiosidad por el desenlace, el oyente ya enterado apreciaba valores más importantes. Así, sabido el desenlace, la insistencia del padre tiene algo de presentimiento; y como el hebreo "cobrar fuerzas, sentar bien" emplea la palabra lbb (corazón, mente), el presentimiento queda subrayado.

Produce un ritmo lento la repetición cinco veces de "se levantó para irse". Es como una pereza narrativa, la acción no quiere despegar. Nada más cotidiano y sin interés que este comer y beber, y acostarse. "¿Qué va a salir de aquí?" pregunta impaciente el que no conoce la historia; "¡y pensar en lo que va a salir de aquí" comenta el que la conoce.

19,10-15 La distancia aproximada del camino es de dos leguas hasta Jerusalén, y otras dos hasta Loma, unas cuatro horas largas de camino. Jebús es el nombre de la tribu, sólo aquí y en 1 Cr 11,4-5 recibe ese nombre la ciudad: hasta la conquista de David, fue un enclave inexpugnable para los israelitas. Según la tradición recogida por Jr 31,15, Ramá es el lugar donde murió Raquel al dar a luz a Benjamín (véase Gn 35); si los oyentes conocían esta tradición, la mención de Ramá despertaría resonancias sugestivas.

19,12 *= Loma.

19,13 Ramá (= El Alto) y Guibeá quedan a izquierda y derecha del caminante que viene desde Jerusalén; los viajeros tiran a la derecha, y noc on buen agüero.

19,15 La aldea era abierta, sin muralla ni puerta, y la plaza es el sitio de reunión, patente a la curiosidad de todos. No hay excusa para esa falta grave de hospitalidad. Sólo otro forastero sabe comprender y compadecerse. 

19,16 Job 31,31s.

19,21-22 El paralelismo con el comienzo del capítulo va a preparar de cerca la tragedia. "Meter en casa, comer y beber, recobrar fuerzas o sentirse bien (= hacer bien al corazón)", hay que escucharlo como eco que actualiza el comienzo: otra vez el gozo de la hospitalidad, también en territorio desconocido se encuentra un acogimiento como el del suegro. Simultáneamente se echa encima la tragedia. Hay otra resonancia, la del verso 16 (que suena clara en hebreo): "los del pueblo eran benjaminitas", "los del pueblo eran unos pervertidos" -bene yemini -bene beliya´al). 

19,22-23 La palabra "casa", recinto sacro de la hospitalidad, suena una y otra vez en breve espacio.

19,24 El anciano es un forastero que hospeda a otro forastero, nada puede contra la población local que rodea la casa amenazando; antes que sacrificar a su huésped prefiere sacrificar a su hija doncella. Como comida echada a las fieras para aplacarlas.

19,25 Lo mismo intenta el levita con su concubina, y con éxito. Recuérdese el expediente de Abrahán en Egipto y en Canaán, Gn 12 y 20; y, dejando la iniciativa a las mujeres, el exponerse de Yael y de Judit. Los dos hombres piensan que son recursos lícitos en caso de legítima defensa.

19,26-27 Una pesada e insistente aliteración de sonidos pt / bt subraya con su música la escena. Pero lo visual es aquí más importante.

19,28-29 De repente, el movimiento que se había detenido en los dos versos anteriores, se hace vertiginoso. La densidad de verbos lo realiza.

19,30 El texto griego trae las palabras como mensaje, que el levita pone en boca de los mensajeros. Leyendo el texto hebreo escuchamos una respuesta coral al silencio terrible del verso 28 "pero no respondía". La salida de Egipto, con lo que incluye, se considera como el origen de la confederación.

JUECES. CAPÍTULO 18.

Los danitas 

181Por entonces no había rey en Israel. Entonces también la tribu de Dan andaba en busca de su heredad para establecerse, porque aún no había recibido su heredad entre las tribus de Israel.
2Los danitas enviaron a cinco de sus hombres, gente aguerrida, de Sorá y Estaol, a explorar el país, con el encargo de examinar el país. Fueron a la serranía de Efraín y llegaron a casa de MIcá para hacer noche allí.
3Cuando estaban cerca de la casa de Micá, reconocieron la voz del levita y se acercaron. Le preguntaron:
-¿Quién te trajo acá? ¿Qué haces aquí? ¿En qué te ocupas?
4Él les contó cómo lo había traído Micá, y añadió:
-Me ha contratado como capellán.
5Ellos le pidieron:
-Consulta a Dios, a ver si va a salirnos bien este viaje que estamos haciendo.
6El sacerdote les dio esta respuesta:
-Id tranquilos. El Señor ve con buenos ojos vuestro viaje.
7Los cinco hombres se pusieron de camillo y llegaron a Lais. Observaron a la gente que vivía en aquel pueblo: era gente confiada, como suelen ser los fenicios; vivían tranquilos y seguros, nadie cometía acciones ignominiosas y estaban bien abastecidos. Sidón les quedaba lejos y no tenían relaciones con los sirios.
8Los exploradores volvieron a Sorá y Estaol, a sus paisanos, que les preguntaron:
-Hermanos, ¿qué noticias traéis?
9Respondieron:
-¡Vamos, marchemos contra ellos! Que hemos visto aquel país, y es de lo mejor. ¡Y os quedáis parados! No dudéis en marchar allá a apoderaros del país; 10que os vais a encontrar una gente confiada, unos terrenos espaciosos que Dios os da, un sitio donde no escasean los productos del campo.
11Entonces emigraron de Sorá y Estaol seiscientos hombres armados de la tribu de Dan. 12Subieron y acamparon cerca de Quiriat Yearim* de Judá; por eso aquel sitio se llama hasta hoy Majné Dan* (queda a poniente de Quiriat Yearim). 13Desde allí pasaron la montaña de Efraín y llegaron cerca de la casa de Micá.
14Los cinco exploradores del país dijeron a sus paisanos:
-Sabed que en esta casa hay un efod, unos amuletos y una estatua chapeada. Vosotros veréis que hacéis.
15Se desviaron hacia allá, llegaron a casa del levita y lo saludaron. 16Los seiscientos danitas armados se quedaron en guardia junto al portal de entrada, 17y los cinco exploradores del país se adelantaron y se metieron dentro a tomar la estatua, el efod y los amuletos y al sacerdote, mientras los seiscientos hombres armados estaban en guardia junto al portal de entrada. 18Se metieron en la casa y tomaron el ídolo, el efod y los amuletos, pero el sacerdote les dijo:
-¿Qué estáis haciendo?
19Le contestaron:
-¡Tú, a callar! Callar la boca y vente con nosotros a ser nuestra padre y sacerdote. ¿Qué te conviene más: ser capellán en casa de un particular o sacerdote de una tribu y un clan israelita?
20Al sacerdote le gustó. Recogió el efod, los amuletos y el ídolo y se fue con ellos. 21Emprendieron la marcha, colocando en cabeza a las mujeres y niños, el ganado y sus enseres. 22Iban ya lejos de la casa, cuando MIcá y los que estaban junto a la casa, dando la alarma, los persiguieron de cerca. 23Como venían gritando, los danitas miraron atrás y preguntaron a Micá:
-¿Qué te pasa, que has dado la alarma?
24Micá contestó:
-Me habéis robado mi dios, que me había hecho, y mi sacerdote y os vais sin dejarme nada, ¿y todavía me decís qué me pasa?
25Los danitas contestaron:
-¡Qué no te oigamos más! No sea que nos calientes y caigamos sobre vosotros, y perezcas tú con los tuyos.
26Y siguieron camino. Micá tuvo miedo, porque eran más fuertes ellos, y se volvió a su casa.
27Los danitas, con el ídolo que había hecho Micá y con el sacerdote que tenían, fueron a Lais, a aquella gente tranquila y confiada. Los pasaron a cuchillo e incendiaron la villa. 28No hubo quien los librara, porque estaban lejos de Sidón y no tenían relaciones con los sirios. Estaba situada en el valle que llaman Bet Rehob*. La reconstruyeron y se instalaron en ella, 29llamándola Dan, en recuerdo del patriarca hijo de Israel. Antiguamente se llamaba Lais.
30Los danitas entronizaron el ídolo. Y Jonatán, hijo de Guersón, hijo de Moisés, con sus hijos, fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el destierro. 31Todo el tiempo que estuvo el templo de Dios en Siló tuvieron instalada entre ellos la estatua de Micá.

Explicación.

18,1 Véase el puesto de Dan en el reparto de Josué, Jos 19,40-48. A Dan le tocó una zona en el reparto, pero sólo pudo ocupar una parte y aún esa no pudo mantenerla, por culpa de los filisteos. Subiendo hacia el norte, encontrarán todos los territorios ocupaos por otras tribus, hasta que llegan al extremo septentrional.

18,2 Se repite la exploración como en Nm 13 y Jos 2. Podemos pensar que otras tribus tuvieron que hacer su propia exploración antes de avanzar. Lo nuevo de Dan es que gran parte del territorio ya era israelita.

18,3 No está claro si reconocen la voz de la persona, viejo conocido, o si reconocen un acento peculiar; aunque Dan linda con Judá, Belén queda algo lejos.

18, 5  1 Sm 23,9-12.

18,6 En su respuesta el levita habla en nombre del Señor, comunicando el oráculo que ha obtenido quizá con el efod (1 Sm 23, 9; 30,7).

18,7 La descripción tiene la inmediatez de abundantes participios. En vez de "nadie cometía..." leen otros "no escasean los productos del campo", armonizando con el v.10; pero hay que notar las diferencias del mensaje. Se trata de un sitio ideal: un pueblo pacífico, honesto, rico, aislado, bien poco parecido a los vecinos filisteos. Cerca de las fuentes del Jordán, al pie del Hermón, fértil y apacible, se encuentra el lugar de la antigua Lais, a la altura de Tiro, entre los fenicios y los arameos de Damasco; la continuación meridional del Líbano y el Hermón la aíslan de peligros y contactos; hay que subir por el valle del Jordán, pasando el lago Genesaret y el lago Hule, para alcanzarla.

18,9-10 Más que un informe, traen una arenga, en la que apelar a Dios es el principal argumento.

18,11 A esa cifra hay que añadir mujeres, niños y personas incapaces de luchar.

18,12 * = Villasotos; Castrodán.

18,15-18 El relato no procede con claridad. Podemos imaginarnos una tapia y un portal que da a un patio o cercado; dentro de él la casa de Micá, y la capilla separada o formando parte del edificio. Los cinco conocidos entran y saludan sin despertar sospechas; pero cuando comienzan a coger los objetos sagrados, el levita interviene. Entre tanto los soldados hacen guardia fuera, junto al portal, mientras que el campamento queda a cierta distancia. Lo más significativo es la rapacidad sin escrúpulos de estos danitas y la venalidad del levita.

18,24 Para oídos hebreos la expresión "mi dios, que me había hecho" tiene un dejo irónico o blasfemo; ¿cómo puede el hombre hacerse un dios? también el sacerdote lo ha hecho él, consagrándolo. "Sin dejarme nada": es posible que Micá sacase ganancias de su sacerdote, si gente de las cercanías acudían para consultar el oráculo.

18,28 * = Casagrande.

18,30 El hacer remontar el sacerdocio a la familia de Moisés parece originalmente un intento de justificación; los escribas tardíos han cambiado el nombre de Moisés en Manasés, metiendo una ene. Si ha durado hasta el destierro, significa que empalma con la reforma cismática de Jeroboán; es decir, que el usurpador se apoya en un culto ya existente.

18,31 Quizá Siló sea un error, casual o intencionado, en vez de Lais. En Siló estuvo el arca hasta que la capturaron los filisteos, 1 Sm 4.

JUECES. CAPÍTULO 17.

LA CONFEDERACIÓN ISRAELÍTICA


Micá, el ídolo y el levita 



171Había un hombre en la serranía de Efraín llamado Micá.2ªUn día dijo a su madre:

-Aquellos mil cien siclos que te desaparecieron, por los que echaste una maldición en mi presencia, mira, ese dinero lo tengo yo, lo tomé yo. 3b pero ahora te lo devuelvo.
2b Su madre exclamó:
-¡Dios te bendiga, hijo mío!
3Trajo a su madre los mil cien siclos, y ella dijo:
-Consagro este dinero mío al Señor, en favor de mi hijo, para hacer una estatua chapeada.
4Entonces entregó el dinero a su madre; ella tomó doscientos siclos, se los llevó al platero, que les hizo una estatua chapeada, y la pusieron en casa de Micá.
5Aquel Micá tenía una capilla, hizo un efod y unos amuletos y consagró sacerdote a uno de sus hijos.
6Por entonces no había rey en Israel. Cada uno hacía lo que le parecía bien.
7Un joven de Belén de Judá (de la tribu de Judá), que era levita y residía allí como emigrante, 8salió de Belén de Judá con intención de establecerse donde pudiera; fue a la serranía de Efraín, y, de camino, fue a dar a casa de Micá.
9Este le preguntó:
-¿De dónde vienes?
El levita respondió:
-De Belén de Judá. Voy de camino, con intención de establecerme donde pueda.
10Micá le dijo:
-Quédate conmigo, me servirás de capellán. Te daré diez monedas al año, ropa y comida.
Y lo convenció.
11Así pues, el levita accedió a quedarse con él, y Micá lo trató como a un hijo. 12Lo consagró, y el joven estuvo en casa de Micá como sacerdote. 13Micá pensó:
-Ahora estoy seguro de que el Señor me favorecerá, porque tengo a un levita de sacerdote.


Explicación.



17 Con la muerte de Sansón se acaba la serie de jueces y héroes. Lo que sigue son asuntos de tribus o historias de levitas, según se mire. La primera sección /17-18), cuenta la migración de los danitas, personalizando el hecho en la figura del levita errante. La segunda (19-21), cuenta una lucha de tribus provocada por la injuria hecha a un levita. El que coleccionó las historias declaró que su punto de vista era la monarquía, desde el cual aquellos hechos son "premonárquicos", cuando cada uno "hacía lo que le parecía bien". El arte narrativo no decae, antes alcanza una cumbre en el capítulo 19.


El que estos relatos formen parte del libro de los jueces se debe a razones cronológicas, no literarias: podían muy bien formar un libro aparte. En cambio, pensando en términos de confederación, este final del libro es muy interesante. También son preciosos por la cantidad de información que nos suministran sobre la vida israelítica en tiempos antiguos. El sentido religioso pertenece al cuerpo narrativo, no está confiado a marcos superpuestos.

Según el v.13, Micá es yahvista, lo cual hace pensar que el ídolo quería representar al Señor. La tribu de Leví ya entonces había perdido su ser profano, con territorio aparte, y parece haberse convertido en especialista del culto.

El autor escoge como centro narrativo un lugar anónimo en la serranía de Efraín: allá convergen los personajes y se van atando los hilos del argumento. El estilo narrativo sobresale por la vivacidad de los diálogos.

17,1 El nombre es teofórico yahvista y suena a desafío: "¿Quién como el Señor? (recuérdese el nombre semejante mika´el = ¿Quién como Dios?).

17,2-3 El que no aparezca el padre podría indicar que ya ha muerto y que Micá es ya el jefe de la familia; pero su madre ocupa todavía un lugar importante. La devolución del dinero se articula en la maldición y bendición: al no encontrar su dinero, la madre pronuncia en voz alta una maldición, que persigue al culpable hasta cumplirse en él; también el que sepa algo puede ser alcanzado por la maldición (véase el uso judicial en Lv 5,1). Micá se siente amenazado y confiesa; pero, antes de devolver el dinero, exige que su madre deshaga el poder de la maldición pronunciando la bendición opuesta. Entonces el hijo presenta la cantidad, y la madre, antes de tomarla, hace un voto de consagrar parte al Señor, por cuyo medio la ha recobrado. La madre en el voto y el juramento se profesa yahvista.

La cantidad de dinero es, ciertamente, notable. En aquel tiempo el dinero se pesaba, no se acuñaba; once kilos de plata es una cantidad muy respetable (el sacerdote ganará cien gramos al año, además de comida y vestido).

17,4 Probablemente se trata de una imagen chapeada de plata, representación humana o animal del Señor.

17,5 El efod, según conjeturas, era un manto cónico ornamentado, que podía simbolizar la presencia de la divinidad sin imagen... El sacerdocio aparece aquí como función doméstica, y el padre de familia tiene autoridad para investir o consagrar sacerdote a un hijo. Estos usos contradicen la ley mosaica o usos posteriores; por eso el que recoge la historia se siente obligado a distanciarse de ellos, atribuyéndolos a la época "premonárquica".

La hornacina de Micá se dice en hebreo bet-´elohim, que suena muy parecido a betel; como Betel y Dan fueron los dos centros del culto cismático instituidos por Jeroboán, podría haber en esta historia una alusión maliciosa; si la hay, a ambos centros, apenas es audible.

17,6 Jue 21,25.

17,7 Se insiste en el carácter errante o itinerante del levita. Ateniéndonos al texto hebreo, el levita ya es forastero en el punto de partida, Belén de Judá; pero las palabras hebreas "forastero allí" se pueden leer como el nombre propio de Guersón (gershom), de acuerdo con 18,30 y Ex 2,22; el levita aparece como descendiente de Moisés.

17,10-12 El sacerdote doméstico lleva el título hebreo "padre". Aunque el levita tenga el culto como profesión, el jefe de familia lo consagra sacerdote suyo.

17,13 Se ha evitado el nombre del Señor al hablar de la capilla, de la imagen, del sacerdote; al final Micá vuelve a pronunciarlo.

JUECES. CAPÍTULO 16.

Sansón y Dalila 

161Sansón fue a Gaza, vio allí una prostituta y entró en su casa. 2Corrió la voz entre los de Gaza:
-¡Ha venido Sansón!
Entonces lo cercaron y se apostaron junto a la puerta de la ciudad. Toda la noche estuvieron tranquilos, diciéndose:
-Al amanecer lo matamos.
3Sansón estuvo acostado hasta medianoche; a medianoche se levantó, agarró las hojas de la puerta de la ciudad con sus jambas, las arrancó con cerrojos y todo, se las cargó a la espalda y las subió a la cima del monte, frente a Hebrón.
4Más tarde se enamoró Sansón de una mujer de Valle Sorec, llamada Dalila. 5Los príncipes filisteos fueron a visitarla y le dijeron:
-Sedúcelo y averigua en qué está su gran fuerza y cómo nos apoderaríamos de él para sujetarlo y domarlo. Te daremos cada uno mil cien siclos de plata.
6Dalila le dijo a Sansón:
-Anda, dime el secreto de tu gran fuerza y cómo se te podría sujetar y domar.
7Sansón le respondió:
-Si me atan con siete cuerdas humedecidas, sin dejarlas secar, perderé la fuerza y seré como uno cualquiera.
8Los príncipes filisteos le llevaron a Dalila siete cuerdas húmedas, sin dejarlas secar, y lo ató con ellas. 9Se apostaron al acecho de la alcoba, y ella gritó:
-¡Sansón, los filisteos!
Él rompió las cuerdas como se rompe un cordón de estopa chamuscada, y no se supo el secreto de su fuerza.
10Dalila se quejó:
-Vaya, me has engañado; me has dicho una mentira. Anda, dime cómo se te puede sujetar.
11Él respondió:
-Si me atan bien con sogas nuevas, sin estrenar, perderé la fuerza y seré como cualquiera.
12Dalila tomó sogas nuevas y lo ató con ellas. Y le gritó:
-¡Sansón, los filisteos!
-(Estaban apostados al acecho en la alcoba). Pero él rompió las sogas de sus brazos, como si fueran un hilo.
13Dalila se quejó:
-Hasta ahora me has engañado, me has dicho una mentira. Anda, dime cómo se te puede sujetar.
Él respondió:
-Si trenzas las siete guedejas de mi cabeza con la urdimbre y las fijas con el batidor, perderé la fuerza y seré como uno cualquiera.
14Dalila lo dejó dormirse y le trenzó las siete guedejas de la cabeza con la urdimbre y las fijó con el batidor, y le gritó:
-¡Sansón, los filisteos!
Él despertó y arrancó el batidor y la urdimbre.
15Ella se le quejó:
-¡Y luego dices que me quieres, pero tu corazón no es mío! Es la tercera vez que me engañas y no me dices el secreto de tu fuerza.
16Y como lo importunaba con sus quejas día tras día hasta marearlo, 17Sansón, ya desesperado, le dijo su secreto:
-Nunca ha pasado la navaja por mi cabeza, porque estoy consagrado a Dios desde antes de nacer. Si me corto el pelo perderé la fuerza, me quedaré débil y seré como uno cualquiera.
18Dalila se dio cuenta de que le había dicho su secreto, y mandó llamar a los príncipes filisteos.
-Venid ahora, que me ha dicho su secreto.
19Los príncipes fueron allá, con el dinero. Dalila dejó que Sansón se durmiera en sus rodillas, y entonces llamó a un hombre, que cortó las siete guedejas de la cabeza de Sansón, y Sansón empezó a debilitarse, su fuerza desapareció. 20Dalila gritó:
-¡Sansón, los filisteos!
Él despertó y se dijo:
-Saldré como otras veces y me los sacudiré de encima (sin saber que el Señor lo había abandonado).
21Los filisteos lo agarraron, le vaciaron los ojos y lo bajaron a Gaza; lo ataron con cadenas y lo tenían moliendo grano en la cárcel. 22(Pero el pelo de la cabeza le empezó a crecer después de cortado).
23Los príncipes filisteos se reunieron para tener un gran banquete en honor de su dios Dagón y hacer fiesta. Cantaban:
<<Nuestro dios nos ha entregado
a Sansón, nuestro enemigo>>.
25Cuando ya estaban alegres, dijeron:
-Sacad a Sansón, que nos divierta.
Sacaron a Sansón de la cárcel, y bailaba en su presencia. Luego lo plantaron entre las columnas. 24La gente al verlo alabó a su dios:
<<Nuestro dios nos ha entregado
a Sansón, nuestro enemigo,
que asolaba nuestros campos
y aumentaba
nuestros muertos>>*.
26Sansón rogó al lazarillo:
-Déjame tocar las columnas que sostienen el edificio para apoyarme en ellas.
27(La sala estaba repleta de hombres y mujeres; estaban allí todos los príncipes filisteos y en la galería había unos tres mil trescientos hombres y mujeres, viendo bailar a Sansón).
28Él gritó al Señor:
-¡Señor, acuérdate de mí! Dame la fuerza al menos esta vez para poder vengar en los filisteos, de un solo golpe, la pérdida de los dos ojos.
29Palpó las dos columnas centrales, apoyó las manos contra ellas, la derecha sobre una y la izquierda sobre la otra, 30y al grito de <<¡A morir con los filisteos!>>, abrió los brazos con fuerza, y el edificio se derrumbó sobre los príncipes y sobre la gente que estaba allí. Los que mató Sansón al morir fueron más que los que mató en vida.
31Luego bajaron sus parientes y toda su familia, recogieron el cadáver y lo llevaron a enterrar entre Sorá y Estaol, en la sepultura de su padre, Manoj.
Sansón había gobernado a Israel veinte años.

Explicación.

16,1-3 Las puertas de una ciudad se cerraban de ordinario al anochecer. Sansón se ha metido en una trampa, y sus enemigos pueden descansar despreocupados hasta el alba, cuando se vuelven a abrir las puertas. Gaza era una de las capitales filisteas y su nombre significa La Fuerte.

El brevísimo relato se complace en alargar el desenlace. Esas puertas son la protección de la ciudad y el símbolo de su poder. Sansón se contenta con una magnífica burla. No sabemos por qué se menciona Hebrón a 900 metros de desnivel y unos 60 kilómetros de distancia.

16,4 Aquí empieza el episodio más famoso de la historia de Sansón. Un poco pueden haber influido en nuestra sensibilidad los nombres: Sansón y Dalila hacen una feliz pareja fonética, reciamente masculino él, finalmente femenina ella. Aunque a oídos hebreos el nombre Dalila les puede traer resonancias de dll = exiguo, débil, o de zll = vil, libidinoso. Dalila es además el único personaje con nombre en las andanzas de Sansón (sin contar el padre).

La historia está contada según las exigencias de la narración popular. Estilizada en cuatro actos breves, construidos con piezas equivalentes y frases repetidas, preparando el último, que se ensancha y trae el desenlace fatal. No se busca la verosimilitud realista, sino el efecto del movimiento y de los detalles. Los oyentes aceptan sin dificultad que nada menos los cinco jefes de la pentápolis vayan a entrevistar a la amante de Sansón y participen después en todas las incidencias; no preguntan cómo se puede atar a un hombre sin que se despierte. Los oyentes conocen la historia, porque la han oído muchas veces, y ven cómo a la tercera llegan los filisteos a la cabellera prodigiosa de Sansón; saben que el secreto no debería ser creíble para los filisteos, y aprecian así la percepción de la mujer que reconoce la voz de la sinceridad.

Sorec se encuentra en la Sefela, a poca distancia de Sorá; es un valle que ha dado nombre a una cualidad especial de uvas. El autor no identifica la nacionalidad de Dalila, pero es justo inferir que es filistea.

16,9 Parece ser que los filisteos no salen del escondrijo hasta la última vez. El número siete, las cuerdas frescas o sin estrenar, indican que se trata de virtudes mágicas, no del simple hecho de atarlo.

16,13 De este modo la melena de Sansón queda entretejida en el telar donde trabaja la mujer. La imagen del héroe tan enredado en la tela de Dalila es particularmente sugestiva.

16,17 Nm 6,5.

16,20 Es la primera vez que en la narración suena el nombre del Señor. Su alejamiento es la medida teológica del hecho. Sansón ha caído en la inconsciencia y de ella pasará a la ceguera.

16,21 Probablemente se trataba de un molino grande, en el que hace el trabajo de un animal, no del molino común de mano.

16,23 Dagón es el dios del grano. El canto, o estribillo, se distingue por la acumulación de rimas producidas por los sufijos. Como si los filisteos cantasen en hebreo: es parte de la convención narrativa.

* el v.24 va detrás del v. 25.

16,25 Debemos imaginarnos un patio con una galería superior apoyada en columnas, de modo que el público puede mirar desde arriba y desde abajo. El narrador prepara muy bien el desenlace acumulando detalles alegres: fiesta, banquete, cantos, espectáculo, danza; es una ebriedad popular de triunfo con pretensiones religiosas. Sansón tiene que escucharlo todo.

16,28 Es una oración en voz alta, en contrapunto con los cantos filisteos. El nombre del Señor es invocado en la fiesta de Dagón, y la contienda adquiere proporciones sobrehumanas: dando la victoria a Sansón, Yahvé derrota a Dagón. Es el primer encuentro en las páginas, bíblicas.

16,29-30 Según la técnica normal, el autor alarga con una descripción precisa la escena final. La frase final, con la triple repetición del verbo morir, suena como el epitafio literario de Sansón.